La cosa al escribir bien no son las historias, es que seas claro, que eso que cuentas sea fácil de imaginar con tus palabras. Un día leí, y ya no recuerdo dónde, que al escribir intentas crear un sueño para el que lee. Y si con tu mala elección de adjetivos y sustantivos, y peor aún si tienen un mal acomodo dentro de la oración, incluso del párrafo, haces que ese sueño se rompa. A eso, en mi opinión, se le llama escribir mal, o no saber escribir.
En cuanto a la historia en sí, ahora creo que es subjetiva, es subjetivo qué historia es bella, cuál llega más a nosotros.
Hace unos meses, y recuerdo exactamente cuándo pues fue el junio pasado que cumplí años; bueno, el junio pasado mi papá me regaló dos libros. Una saga de tres tomos, algo así, eso sí no lo recuerdo. El tema era de los vikingos, sus aventuras, la mesa redonda, ese tipo de cosas. Lo menciono por lo de la subjetividad de las historias. Porque al leer esos dos libros que mi padre me regaló me di cuenta que no importa, hay cosas que nos llegarán a lo profundo, a cada quien dependiendo sus gustos, y eso hace que un libro sea literatura, buena literatura, o, en cambio, algo soso. Y repito, de pende de cada quien.
Así que, para ser un buen escritor, debo sacarme el prejuicio de creer que todo depende de la historia que cuento. Y más bien enfocarme en la claridad de mis palabras. Que mis párrafos sean lisos como hoja de papel.